Fin de la primera parte

miércoles, junio 13, 2007

Redescubriendo a Murillo

Aquí estoy estudiando para mi exámen de mañana. Escudriñando la vida y obra de uno de los genios de la pintura famosos en vida y desprestigiados posteriormente. Las obras de Bartolomé Esteban Murillo se encuentran dispersas por los museos, colecciones privadas y públicas del todo el planeta.
Mañana me enfrento al exámen, pero con una sonrisa, ya que he tenido la fortuna de acertar con un profesor como Valdivieso que realmente está apasionado por el tema que imparte. Tendré que recordar cada obra del maestro sin confundirlo con imitaciones o publicidad populista de la época, será tarea fácil.
Pero todo ésto me ha hecho recordar cuando era pequeña y visité el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Cuando aún no suponía que mi futuro estaría ligado intrínsecamente a ese mundo. Nunca se me olvidará ese momento: crucé la esquina y allí en la penumbra escondido, en aquel entonces, vi ese cuadro. Noté antes de verlo su presencia: La Virgen de la Servilleta, con los ojos prenetantes de un niño casi asustado ante la mirada del espectador o tal vez pidiendo ayuda con su rostro infantil.
Dice la leyenda que el artista solía desayunar después de oír Misa en el convento de los Capuchinos, durante los años que siguieron a la realización de las pinturas de la iglesia. Un día, después del desayuno los frailes se dieron cuenta de que había desaparecido una servilleta, la cual les fue devuelta días más tarde por Murillo, quien había pintado en ella una representación de la Virgen con el Niño.
Existen más versiones, más leyendas con las cuales alimentar nuestra imaginación, pero de algo estoy segura, y es que ese cuadro aunque no sea la obra culmen de Murillo, tiene magia...