Por ti y tu Virgen de la Macarena

Ahora se cumple aproximadamente un año desde que nos dejó... una vez más llegué con un día de retraso, y no pude despedirme de ella.
Recuerdo cuando mis padres me dejaban en su casa de la calle Peral, junto a calle Feria cuando era una cría, me regalaba botecitos de perfume y me hacía rosquillas. Me repetía una y otra vez: tu tienes que ser de la Macarena, es mucho más guapa que la Esperanza de Triana, y ¡no te muerdas las uñas!
Recuerdo el olor de aquella casa, de los libros de cuentos en las estanterías, de sus besos y abrazos, de llamarla abuela, y sigo manteniendo que la familia no se elige y el resto de las personas sí.
Siempre serás mi abuela, aunque no llevase tu sangre en las venas, mi abuela Rosario, y aunque no tuviste nunca nietos aquí tienes a tu Patricia que siempre te llevará en su memoria, a pesar de no ser capaz de recordar que me cambiabas los pañales, a mi y a mi hermano.
Echaré de menos tus chicles, aquellos que me metías en el bolsillo cuando salía por la puerta de tu casa.
Te quiere y te querrá siempre: tu nieta.